lunes, 16 de agosto de 2010

CAMBIAR DE ESTILO

Ningún jugador de póquer tendrá éxito jamás a largo plazo si sólo juega un estilo de póquer establecido.

Aunque ciertos estilos son extremadamente efectivos en ocasiones concretas, como el tight agresivo en partidas de cash de apuestas bajas, o loose agresivo en la burbuja de un torneo; para ser un ganador de grandes apuestas se necesita la capacidad de "cambiar de rumbo" y mezclar la forma de jugar manos específicas.

La manera más común de cambiar de rumbo es cambiar el número de manos que juegas. Si empiezas a jugar tight en una mesa durante un hora o así, únicamente mostrando cartas fuertes y te mantienes generalmente en la línea, los jugadores empezarán a respetar mucho tus subidas. Según se va dando esta situación, la estrategia correcta es empezar a aumentar la frecuencia de los faroles y robar todos los botes posibles con tu imagen de pseudo tight. Y del mismo modo que has cambiado de tight a loose cuando tus subidas empiezan a ganar respeto, tienes que cambiar de nuevo tight cuando tus subidas continuas empiecen a perderlo.

Esta estrategia requiere el aprovechamiento constante de cómo parece que te perciben tus oponentes. Cada mano que juegues debe considerarse no sólo por sus propios méritos, sino también por el historial de las manos jugadas previamente. Al igual que en la historia real de la humanidad, las contiendas y facciones parecen desarrollarse rápidamente entre los jugadores en las mesas de póquer: el enfado por un farol de hace veinte manos, un sentido de la vergüenza sobre un juego que fue mal al principio de la sesión o una disputa verbal entre dos jugadores que pensaban tener razón.
A menudo una acción pequeña como esta puede tener consecuencias enormes en el juego más adelante. Quizá el mejor ejemplo de esto es mostrar un farol o una carta altísima en la mesa. Nunca deja de impresionarme cuán a menudo los jugadores siguen igualando o no van cuando alguien ha enseñado sólo uno o dos faroles o cartas grandes a lo largo de una sesión. También es importante darte cuenta de que el cerebro de un jugador te coloca una nota mental especial adicional si le muestras un farol (sin duda debido al gran impacto psicológico de que alguien te haga sentir estúpido). Normalmente tenderán a decidir rápidamente que faroleas de forma habitual, lo que nublará su juicio a la hora de tomar la decisión de igualar, con la inevitable consecuencia que explica el dicho "la curiosidad mató al gato".

Es extremadamente difícil jugar contra un jugador observador que puede cambiar de rumbo en el momento justo y dar una imagen engañosa en la mesa. Si piensas constantemente en cómo te percibe la mesa como jugador, puedes convertirte en un camaleón, sin estilo fijo para que los otros te identifiquen y empiecen a leer tus movimientos, lo que acarrea consecuencias muy buenas para tu bankroll.

Fuente: betfair